A veces la Fórmula 1 parece muy poco sensible a las causas sociales que lo rodean, pero el deporte del motor es, en general, bastante solidario. Cuando Thierry Sabine puso en marcha el Dakar, en paralelo se creó Paris dur Coeur. Esta entidad, con un nombre de una sonoridad muy emotiva, tenía como objetivo la instalación de bombas hidráulicas para ayudar a combatir la sequía. La falta de agua en pueblos por donde pasaba la carrera obligaba sus habitantes a hacer muchos kilómetros hasta encontrar pozos donde poderse alcanzar. Con el suministro de estas bombas se intentaba que la vida local fuera algo menos dura. Hoy, el ASO –la organización de la carrera– mantiene la asociación Un Techo para mi País, que ha permitido la construcción de más de 250 viviendas de urgencia en zonas devastadas por alguna catástrofe.
Desde el 2002 la carrera mantiene un vínculo muy estrechado con SOS Sahel, y ha colaborado en casi doscientos microproyectos, básicamente en Mauritania y Malí.
Catalanes sensibles
El rally más famoso del mundo ha permitido la creación de algunas organizaciones más. Una de estas organizaciones, Dakar Solidario, dirigida por el Dr. Xavier Mir, primero en la África y actualmente en Sudamérica, recoge material sanitario en Europa. Con un ánimo parecido, Nani Roma también creó la Fundación NR, una iniciativa privada dirigida en centros de maternidad en el Senegal.
Cuando su amigo Isidre Esteve tuvo el accidente que lo dejó paraplégico, el de Oliana recibió el apoyo de Wings for Life. Esta institución, que cuenta con el apoyo de Red Hierve, se dedica a la investigación médica porque en un futuro los lisiados medulares puedan recuperar totalmente su autonomía funcional. Hoy Isidre tiene una vida muy rica desde muchos puntos de vista. El piloto catalán dice que después de una lesión como la suya «la vida no se acaba, simplemente es diferente«, y por eso ahora ha puesto en marcha su propia fundación para ayudar los discapacitados a integrarse plenamente a la sociedad.
Las motos, mejores que la F-1
Desde el Mundial de MotoGP también trabajan con finalidades solidarias. Hace unos años, el simpático piloto Randy Mamola -un americano que vive en Sitges- puso en marcha el ONG Riders for Health. Tiene el objetivo de recoger fondo para comprar vehículos –motos, básicamente, pero también ambulancias– porque sanitarios del África negra se puedan desplazar con rapidez de un lugar al otro para atender emergencias médicas. Mamola tiene el apoyo de famosos como el actor Ewan McGregor y otras ayudas de la Federación Internacional de Motociclismo, de Dorna -la empresa catalana responsable del campeonato mundial- y, sobre todo, de los donativos de los pilotos. Cada año hay el Día de los Campeones, en el cual se subastan objetos cedidos por los reyes de la velocidad. Los forofos se acaban llevando en casa unos guantes, las botas o quizás incluso el casco o la rana de sus ídolos por un precio bastante razonable.
El Día de los Campeones es un acto popular que contrasta con el Amber Fashion, un desfile de moda que se hace al elitista Hotel Beach Plaza de Mónaco, con ocasión del GP de Fórmula 1. Promovida por el cantante Elton John, la finalidad es recoger dinero por la lucha contra el sida. Es una buena iniciativa, pero con una puesta en escena absolutamente fatua y caducada.